En la vida política de cualquier sociedad, el ego puede convertirse en un obstáculo significativo para el progreso y la verdadera representación del pueblo. En Higüey, como en muchos otros lugares, este fenómeno no es ajeno. La creciente preocupación por el exceso de ego entre los líderes políticos es una realidad que no podemos ignorar.
Es desafortunado observar cómo algunos políticos se sumergen en la fantasía de un éxito garantizado mucho antes de que se emitan los primeros votos en las elecciones. Esta actitud, alimentada por el ego desmedido, puede resultar en una desconexión peligrosa con la realidad. La verdad es que, hasta que no se cuenten todos los votos, ninguna victoria está asegurada.
Es esencial que los líderes políticos de Higüey, al igual que en cualquier otro lugar, mantengan los pies en la tierra y adopten una perspectiva más humilde y realista. Deben comprender que el apoyo del electorado es volátil y está sujeto a cambios repentinos. En lugar de confiar ciegamente en su propio éxito, deben esforzarse por ganarse la confianza y el respeto de sus electores a través de acciones concretas y un compromiso genuino con el bienestar de la sociedad.
La verdadera fortaleza política radica en la capacidad de adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudadanía, en escuchar activamente sus preocupaciones y en responder de manera efectiva a ellas. La arrogancia y la autosuficiencia no tienen cabida en un liderazgo auténtico y efectivo.
Es hora de que los políticos de Higüey y de cualquier otro lugar desciendan de las alturas del ego y se comprometan a servir con humildad y responsabilidad. Deben recordar que el poder emana del pueblo y que su ejercicio debe ser siempre en beneficio de la comunidad, y no de intereses personales o partidistas.
En resumen, mantener los pies en la tierra es fundamental para un liderazgo político efectivo. Solo así se puede construir un futuro mejor y más justo para todos los ciudadanos de Higüey y del país en su conjunto.